Entre la niebla y la luz

✨ Lo que el amor no podía tapar ✨

Él volvió de Argentina unas semanas después que yo. Lo esperé con ilusión, como si nada hubiese pasado. Me convencí de que sus silencios, su falta de detalles, su desinterés por calmar mi angustia eran solo cosas pasajeras. Pensé que, una vez juntos de nuevo, todo volvería a encajar. Pero no fue así.

Su vuelta no trajo alegría. Al contrario, trajo distancia. Yo lo recibí con los brazos abiertos; él, con frialdad. No le interesaba hablar de lo que había pasado, ni de mis sentimientos durante su ausencia. Y así, sin darnos cuenta, nos fuimos apagando. O mejor dicho: yo me fui apagando.

Aun así, seguimos adelante con el plan de mudarnos juntos. Como si el amor fuera un pegamento mágico capaz de arreglar todo. Como si un piso nuevo pudiera limpiar el aire viciado. Yo me aferraba a la idea de un futuro compartido, creyendo que todo mejoraría con el tiempo.

En realidad, ya estábamos atrapados en una dinámica dañina. Yo cediendo, él imponiendo. Yo justificando, él exigiendo. Y cada vez que algo dolía, me decía a mí misma que era normal, que todas las parejas tienen altibajos. Lo que no sabía entonces es que lo que estaba viviendo no era amor, sino una forma muy sutil de destrucción.

Un comentario

  • Rosa

    «Yo justificando, él exigiendo»… Esta frase es tan real. Lo que me pasaba era que yo me culpaba por todo, mientras él me decía que todo era mi culpa. Era una doble acusación, y mientras tanto, yo me hundía por dentro, mientras el verdadero culpable lucía como si no hubiera hecho nada.

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