✨ Lo que reveló el primer viaje ✨
A veces, al mirar atrás, aparecen recuerdos que creía dormidos. Momentos que en su día no supe interpretar, pero que hoy gritan con fuerza. Este fue uno de ellos.
Antes de mudarnos juntos, hicimos un viaje a Argentina. Él quería ver a su familia, y yo tenía muchas ganas de conocerlos. Era algo importante para los dos. Primero pasamos unos días en Buenos Aires, en un hotel. Ahí conocí a sus amigos, y desde el primer momento sentí un leve temblor en mi interior.
Me chocó escuchar cómo se dirigía a todas sus amigas con una voz dulce, llamándolas “mi amor”. Mis celos me podían, pero me los tragaba. Cuando estábamos solos, se lo comenté. Pensé que me entendería, que trataría de calmarme. Pero no. Se burló. Me trató de exagerada, de loca. Y yo, en lugar de detenerme ahí, elegí acostumbrarme, aceptar su “forma de ser”. Me convencí de que no valía la pena discutir por algo así. Lo dejé pasar.
Después de una semana, viajamos a su ciudad natal. Su familia nos esperaba. Todos parecían muy amables. Pero la única que hablaba un poco de inglés era su hermana, así que las conversaciones eran mínimas, superficiales. Nos alojamos en casa de su tío, un hombre de buen corazón y dentro de todo, pasamos unas vacaciones agradables.
Tras un mes, yo tuve que volver sola a Alemania. Él se quedó unos días más en Buenos Aires. Cuando me despedí, me prometió que, en cuanto yo llegara, encontraría un correo suyo esperándome: contándome lo que había hecho y en casa de quién se iba a quedar.
Después de muchas horas de vuelo, aterricé en Alemania. Mis padres me esperaban y querían invitarme a cenar, pero yo solo pensaba en llegar a casa, abrir el correo y leer su mensaje.
Corrí al ordenador. Nada. Ni una línea. Desesperada, empecé a llamar a todos los amigos de los que tenía un número. Apenas sabía decir tres palabras en español, pero eso no me detuvo. Estaba preocupada. ¿Estaría bien? ¿Le habría pasado algo?
Horas más tarde, me llamó. No para calmarme, sino para reprocharme. Estaba molesto porque había llamado a sus amigos preguntando por él. Me dijo que había estado ocupado. Que no le había dado tiempo a escribirme.
Hoy entiendo que no se trataba de tiempo. Se trataba de prioridades.

4 Comentarios
Homay
Gracias por compartir este recuerdo. Conmueve ver con cuánta claridad hoy puedes reconocer lo que pasó entonces, y cuánto coraje se necesita para aceptarlo. A veces, la falta de respeto se disfraza de “forma de ser”, y el amor se confunde con la obligación de comprender. Pero el amor verdadero calma, no se burla. Toma en serio las inquietudes, sobre todo cuando se expresan en voz baja.
En aquel momento intentaste salvar la situación. Hoy estás intentando cuidarte a ti misma. Y quizá ese sea el mayor acto de crecimiento. Duele, sí, pero ya no eres la que calla cuando algo tiembla por dentro. Ahora te escuchas. Y eso es lo que importa.
Maryam
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Rosa
A veces creemos que el amor es aguantar todo, empatizar siempre y pensar que somos nosotras las que exigimos demasiado. Pero la realidad no es así. El amor no debería doler ni desgastarnos. El verdadero amor se siente como tranquilidad, como paz. Es sentirse querida, cuidada y saber que alguien se preocupa genuinamente por ti. Eso es lo que merecemos.
Maryam
Asi es Rosa 🩷